Educación femenina

Las divergencias entre las concepciones bíblicas y coránicas no se limitan únicamente al trato hacia las niñas recién nacidas, sino que abarcan una variedad de aspectos más amplios y significativos. Por ejemplo, resulta ilustrativo contrastar las actitudes hacia las mujeres interesadas en el estudio de su religión.

En el núcleo del Judaísmo se encuentra la Torah, la ley fundamental. No obstante, el Talmud establece que "las mujeres están exentas del estudio de la Torah". Algunos rabinos judíos han sostenido declaraciones contundentes como: "Preferimos que las palabras de la Torah se destruyan por el fuego antes que impartirlas a las mujeres", y "Aquel que enseña a su hija la Torah es como si le enseñara obscenidades".

En el Cristianismo, la postura de San Pablo en el Nuevo Testamento tampoco ofrece una perspectiva más alentadora.

En su carta a los Corintios señala:

"Como en todas las congregaciones de los santos, las mujeres deben permanecer calladas en las iglesias. No les está permitido hablar, sino que deben someterse a lo que dice la ley. Si quieren preguntar algo, deben hacerlo a sus propios maridos en casa, porque es deshonroso para una mujer hablar en la iglesia" (I Corintios 14:34-35).

Estas afirmaciones suscitan interrogantes fundamentales: ¿Cómo puede una mujer adquirir conocimiento si no se le permite hablar? ¿Cómo puede desarrollarse intelectualmente si se le exige permanecer en un estado de sumisión? ¿Cómo puede ampliar sus horizontes cuando su única fuente de información se limita a su esposo y a su hogar?

En aras de realizar un análisis justo, surge la pregunta: ¿la perspectiva coránica presenta un enfoque diferente?

Una breve narración presente en el Corán ilustra claramente este aspecto. Khawlah, una mujer musulmana, enfrentó una situación adversa cuando su esposo, declaró en un momento de enojo: "Eres para mí como la espalda de mi madre".

En la tradición de los árabes preislámicos, esta declaración equivalía a una forma de divorcio que liberaba al esposo de todas sus responsabilidades conyugales, pero dejaba a la esposa en una posición injusta, sin derecho a abandonar el hogar ni a contraer un nuevo matrimonio. Ante esta circunstancia, Khawlah decidió acudir directamente al Profeta del Islam para exponer su caso. Inicialmente, el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, le aconsejó paciencia, dado que no parecía haber una solución inmediata disponible.

Sin embargo, Khawlah persistió y continuó argumentando su postura. Poco después, el Corán respondió a su súplica. Su queja fue escuchada y aceptada, y se reveló un veredicto divino que abolió esta práctica injusta. Este incidente dio origen a un capítulo completo del Corán, titulado "Al-Mujadilah" o "La mujer que discute" (Capítulo 58).

En este capítulo, Dios declara:

(١)قَدْ سَمِعَ اللَّهُ قَوْلَ الَّتِي تُجَادِلُكَ فِي زَوْجِهَا وَتَشْتَكِي إِلَى اللَّهِ وَاللَّهُ يَسْمَعُ تَحَاوُرَكُمَا إِنَّ اللَّهَ سَمِيعٌ بَصِيرٌ

Dios oyó las palabras de quien reclamaba ante ti [¡Oh, Mihammad!] Acerca de su esposo y se quejaba por su aflicción ante Dios, y Dios escuchaba su diálogo porque Dios todos los oye, todos los ve.(Corán 58:1)

الَّذِينَ يُظَاهِرُونَ مِنكُم مِّن نِّسَائِهِم مَّا هُنَّ أُمَّهَاتِهِمْ إِنْ أُمَّهَاتُهُمْ إِلَّا اللَّائِي وَلَدْنَهُمْ وَإِنَّهُمْ لَيَقُولُونَ مُنكَرًا مِّنَ الْقَوْلِ وَزُورًا وَإِنَّ اللَّهَ لَعَفُوٌّ غَفُورٌ(٢)

Quienes digan a sus mujeres: "¡Eres para mí tan ilícita como mi madre!" Sepan que ellas no son sus madres. Sus madres son solo quienes los han dado a luz. Lo que dicen es reprobable y falso, pero Dios es Remisorio, Absolvedor.(Corán 58:2)

وَالَّذِينَ يُظَاهِرُونَ مِن نِّسَائِهِمْ ثُمَّ يَعُودُونَ لِمَا قَالُوا فَتَحْرِيرُ رَقَبَةٍ مِّن قَبْلِ أَن يَتَمَاسَّا ذَلِكُمْ تُوعَظُونَ بِهِ وَاللَّهُ بِمَا تَعْمَلُونَ خَبِيرٌ(٣)

Quienes repudien a su mujer diciéndole: "¡Eres para mí tan ilícita como mi madre!", y luego se rectracten, deberán liberar a un esclavo antes de poder cohabitar. Así es como se los escarmienta. Sepan que Dios está bien en formado de cuanto hacen.(Corán 58:3)

فَمَن لَّمْ يَجِدْ فَصِيَامُ شَهْرَيْنِ مُتَتَابِعَيْنِ مِن قَبْلِ أَن يَتَمَاسَّا فَمَن لَّمْ يَسْتَطِعْ فَإِطْعَامُ سِتِّينَ مِسْكِينًا ذَلِكَ لِتُؤْمِنُوا بِاللَّهِ وَرَسُولِهِ وَتِلْكَ حُدُودُ اللَّهِ وَلِلْكَافِرِينَ عَذَابٌ أَلِيمٌ(٤)

Pero quien no pueda hacerlo, deberá ayunar dos meses consecutivos antes de poder cohabitar. Quien no pueda, deberá alimentar a sesenta pobres. Esto es para que crean [con sinceridad] en Dios y es Su Mensajero [y aprendan a respetar a la mujer]. Estos son los preceptos de Dios. Pero los que se nieguen a creer recibirán un castigo doloroso.(Corán 58:4)

De acuerdo con la concepción coránica, la mujer posee el derecho pleno de expresar sus argumentos incluso ante el Profeta del Islam. Nadie tiene la autoridad de silenciarla ni de restringir su capacidad de hablar. Además, no está obligada a considerar a su esposo como la única referencia en asuntos legales o religiosos. Su voz, su opinión y su derecho a aprender son reconocidos y respetados de manera integral.

 

 

Añadir comentario

Comentarios

Todavía no hay comentarios